domingo, 12 de junio de 2011

¿De qué llora mama justa? Documental sobre la Desaparición Forzada como sentimiento de Ausencia y Dolor.









Proyecto de grado Realizado por Maria Alejandra Niño Galvis, Cristian López y Andres Serrano, Noveno semestre - Facultad de Artes Audiovisuales - Universidad Autonoma de Bucaramanga (UNAB) 2011.




Sinopsis:

La desaparición forzada es un crimen de estado que en Colombia ha adquirido dimensiones dramáticas. Sin embargo, a pesar de la magnitud del crimen, este fenómeno sigue siendo desconocido para la mayoría, siendo las víctimas y sus familias los más afectados por el olvido, la incomprensión y el miedo a las represalias. Este documental, a través de la mirada de Aura María Díaz, madre del desaparecido Cesar Ariel Sepúlveda Díaz, busca explorar y retratar la manera en la que un suceso traumático como este modifica la dinámica de una familia en la cotidianidad y la lucha diaria por mantener el recuerdo de sus seres queridos ante la indiferencia y el olvido de sus victimarios y de la sociedad en general.

viernes, 10 de junio de 2011

La desaparicion como CRIMEN DE ESTADO

Entendemos por desaparición forzada el hecho de la aprehensión de una persona por servidores públicos, su reclusión, ocultación y la negativa de las autoridades a reconocer cualquiera de los elementos anteriores. Esta práctica criminal ha sido uno de los más viejos abusos cometidos en el ejercicio del poder.

La desaparición forzada es considerado un típico CRIMEN DE ESTADO por que hace indispensable la participación de empleados oficiales como autores materiales, como instigadores o como cómplices.

Las cifras de desaparición forzada han adquirido una dimensión dramática con la aplicación del Plan Colombia. La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, ASFADDES- reporta que en el año 1998, último año de la administración de Ernesto Samper se produjeron 323 casos, en 1999 aumentaron a 443 y en el 2000 las desapariciones forzadas aumentaron en un 474% (respecto a 1998) .

Una de las características más relevantes de la desaparición en los últimos años, convertida ya en práctica común, es la masividad de los eventos. En las masacres de San José de Apartadó en 1997 –la misma comunidad víctima de asesinatos y hostigamientos permanentes por parte de las fuerzas militares-narcoparamilitares del Estado colombiano- fue denunciada la desaparición de varios viajeros bajados en los retenes, y en la de Nudo de Paramillo, el 25 de octubre de 1997, fueron reportadas desaparecidas 30 personas.

En la actualidad colombiana


En la actualidad miles de nombres engrosan las listas de desaparecidos en Colombia. Mientras Naciones Unidas reporta 17 mil, las organizaciones de Derechos Humanos aseguran que son 24 mil los casos y la Fiscalía General de la Nación advierte que la cifra llega a 50 mil (hasta abril de 2009).

Según datos recogidos por la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Colombia (Asfaddes), durante el año 2000 se reportó la desaparición de 767 personas, es decir que en promedio dos personas por día fueron víctimas de este crimen. Para el año 2003 el promedio escaló a cuatro personas por día, con un total de 1.189 víctimas en el transcurso de ese año.



Inicios de la Desaparicioòn




  1. Hace ya 32 años que en Colombia se registró el primer caso de desaparición forzada, una práctica que para entonces habían perfeccionado las dictaduras militares en América Latina y que se afinaría aún más en medio de la lucha emprendida por la quimérica democracia colombiana contra la oposición política.
Corría el año de 1977 bajo la presidencia de Alfonso López Michelsen (1974-1978) cuando el 9 de septiembre, mientras se desarrollaba un paro cívico nacional contra las medidas antipopulares del gobierno, fueron detenidos por unidades del F2 (Inteligencia de la Policía) Omaira Montoya Henao, bacterióloga de la Universidad de Antioquia y militante de izquierda, y su compañero Mauricio Trujillo, en el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla.

Tras ser torturado, Mauricio Trujillo fue judicializado y condenado a siete años de cárcel. De Omaira y el hijo que esperaba, por el contrario, nunca se volvió a saber nada. Sin duda la práctica de la desaparición forzada es espantosa por sí misma. No sólo implica la privación de la libertad, sino también en muchos casos el asesinato de la víctima, frecuentemente tras un cautiverio en el que se llevan a cabo torturas. Este crimen favorece de manera deliberada la impunidad de los responsables, y sus efectos -el sufrimiento, la desazón y el sentimiento de vulnerabilidad- perduran incluso hasta después de conocer el paradero de los desaparecidos.